Los seres humanos formamos en nuestro interior mapas mentales de las circunstancias que nos ocurren. En consecuencia nuestras decisiones nos guiarán hacia sectores de la realidad que “creemos” más seguros, más peligrosos, más inciertos, más riesgosos, etc.
Estos mapas provienen de nuestra mente, influenciada por innumerables patrones heredados, y pocas veces cuestionados, que en conjunto con nuestras experiencias dan origen a nuestro “sentido común” o “criterio personal”.
En un torneo de Poker ocurre algo similar, gracias a su complejidad y similitud de componentes que influyen sobre una decisión, patrones fijos, como las matemáticas, y otros flexibles, comprendiendo actitud, emoción, instinto, concepción del juego, etc.
Al sentarnos en una mesa ejecutamos acciones en base a un mapeo interno e individual del juego. Para hacerlo simple cada mapa contiene una zona de confort y una zona de riesgo. El índice o nivel de aversión al riesgo será un rasgo particular en cada jugador, y de un peso específico cada vez más contundente, a medida que suben los niveles del torneo o se acerca el ITM o en saltos de cobros importantes.
Veamos parte de este “mapa”. Por ejemplo, si determinada situación es ubicada por la mente en la zona de riesgo, se produce una postura en particular frente al mismo, de acuerdo al perfil de cada jugador. Aquí radica una de las grandes y cruciales diferencias entre los jugadores de Poker, la “gestión del riesgo propio y ajeno”. Este factor contiene diversas medidas de pérdida y ganancia, que afectan directamente nuestras decisiones y nuestro destino en un torneo.
En este sentido “la meta propia”, “la actitud” y “el umbral de confrontación al riesgo” marcan y distinguen absolutamente múltiples tendencias y perfiles de juego, Y estas van desde los que en etapas medias y avanzadas ven su stack cada vez más pequeño, esperando en su zona de confort un evento favorable que los “devuelva” a la competencia, hasta los que van por el trofeo asumiendo riesgos y a su vez empujando a sus adversarios a zonas peligrosas u oscuras que no querrán enfrentar.
Decir que el póker es un juego en el que el jugador que mejor gestiona el riesgo propio y ajeno es el candidato número uno al trofeo sería dejar de lado muchas otras cuestiones que conforman a un campeón. Desde ya la respuesta mental y emocional ante cuestiones de varianza negativa, errores en la lectura de situaciones, falta de enfoque permanente, etcétera, juegan un papel incuestionable para ser exitoso en este deporte, así como un real soporte físico y mental que sostenga la construcción de una estrategia a lo largo de largas horas, en un contexto exigente y estresante.
Pero en mi visión personal (y es sólo una opinión) saber cómo el “factor riesgo” impacta realmente en nuestra dinámica del juego y en la de los demás es clave y fundamental. En mi experiencia de coach he notado que una de las principales vulnerabilidades a trabajar en muchos jugadores es la “gestión del riesgo”, propio y ajeno, así como también lo observo como punto fuerte y decisivo en la dinámica de los que llegan lejos con regularidad.